lunes, 9 de noviembre de 2009

La dieta del vidrio...

Nada peor que la situación en la que una persona que te esta contando algo y te asombra por completo afirma... no te hagas la tonta, si ya lo sabías. Momento crucial en el que tenemos que decidir si aceptar que verdaderamente somos tontos... o caer en el viejo (mas siempre vigente) “claro que sabía, te estoy cargando” (risita cómplice mediante).
En contraste a un humor ácido, una critica mal intencionada y un doble sentido siempre latente... soy una de esas personas que tienden a creerse absolutamente cualquier tontería que le dicen como cierta.
En cada ocasión que volví a encontrarme decepcionada por algún resultado totalmente obvio y predecible recibo de manera repetitiva las mismas respuestas, como ser que no se puede ser tan ingenua o hasta preguntas como si creo en los reyes magos o si como vidrio... A lo que no entiendo que problema tienen con Rodolfo que siempre se comió con mucho amor el pastito que le dejo junto a los zapatos y eso del vidrio...habría que charlarlo con Tu Sam... pero no parece ser una mala dieta... por lo menos no creo que engorde.
Mas allá de los resultados y los comentarios, otra cuestión que surge a raíz de esta situación es si esta actitud “naif” frente a la vida es la correcta o sería más prudente tomar los suficientes recaudos considerando que cada vez más gente trata de encontrar el modo de aprovecharse de lo ingenuo de las actitudes del otro... Y si bien la respuesta más sensata sería promover un cambio de actitud y considerar ser mas cautelosos frente a las situaciones y personas que lo ameritan, como realidad nos encontramos con que no solo resulta de lo más complicado, sino que nos suma un nivel de estrés muy difícil de manejar... por el simple motivo que no es algo que se encuentre en nuestra naturaleza... y vivir bajo la sombra de un personaje es un defecto que no todos podemos darnos el gusto de utilizar. Por esto (y tantas otras causas) les recomiendo que, frente esas tantas situaciones inverosímiles nos permitamos que sigan pareciendo de lo más cotidianas... sigamos creyendo solo para volver a equivocarnos y sigamos manteniendo la premisa que al final a la gente buena le pasan cosas buenas y que al terminar el día, tener la posibilidad de verse frente al espejo y poder reconocerse con el mismo rostro sin maquillaje que ayer es un beneficio que nadie ni nada va a poder quitarnos.
Por otro lado...estuve pensando y no creo que comer vidrio engorde...pero al final del día es innegable cuanto puede llegar a hincharnos la paciencia.