jueves, 29 de octubre de 2009

Primera persona del plural...

Cuando hablamos de amor es común que comencemos por describir el modo en el que nos sentimos hacia otras personas, las cosas que anhelamos o pretendemos al encontrarnos frente a frente con esa predestinada alma gemela, pero rara vez nos detenemos a pensar cuan de acuerdo puede encontrarse esa persona respecto a toda esta planificación y puesta en escena de una serie de situaciones que, si bien, en nuestra mente se proyectan de manera indiscutible, no siempre son completamente realizables. Quizás porque en vez de asumir que no quieren elegirnos y que estuvimos equivocados en pensar que eramos el uno para el otro, nos resulta más sencillo pretender que su confusión no les permite ver con claridad y necesitan más tiempo para descubrir que somos esa única persona que puede hacerlos realmente felices, en ocasiones, aún antes de conocer su nombre completo.
El problema surge cuando, obligados por una realidad inexorable, recordamos que una relación requiere necesariamente de dos personas... si queremos evitar transformarnos en la protagonista de la película Misery, la mejor idea resulta ser que la persona elegida por nosotros (y nuestra imaginación) este de acuerdo con todas nuestras elucubraciones sentimentales.
Pienso que la causa principal de toda esa confusión surge de un muy instalado, mas errático, concepto unilateral del amor que nos invita a creer que es pariente cercano del sufrimiento y que para alcanzarlo es necesario rogar, rezar y pelear, mientras en verdad sabemos que cuando se presenta no se tarta más que de una sucesión de hechos inevitables que nos dirigen a unirnos bajo cualquier pretexto o excusa. Y si bien es verdad que no siempre es fácil el comienzo, esto solo son muestras de miedos o pre conceptos, pero al concretarse se puede dilucidar con gran facilidad todos esos momentos en los que siempre supimos que simplemente, estaba destinado a suceder.
Aunque teniendo en cuenta esto no sería muy errado considerar al amor no correspondido como una muestra de egoísmo, dado que desde un principio, no se valoran las intenciones reales de la otra persona y nos conduce a actitudes bajas y siempre injustas, prefiero creer que en nuestra ilusión por encontrar a una persona que complete nuestras vidas llenando nuestras expectativas terminamos por guiar de manera errática nuestros pensamientos haciéndolos versar entre la confusión, decepción o el simple capricho (tan instaurado en nuestras decisiones diarias) sin permitirnos ver y poder encontrar esa verdadera felicidad que necesitamos, esa que no siempre nos animamos a reconocer y a veces esta tan (y cada vez) más cerca, que siendo tan simple la opacamos pensando que esa persona que nada tiene que ver con nosotros, puede ocupar su lugar.
Con todo esto... logramos terminar con el desengaño? Claro que no, seguramente nos queden muchas mas situaciones por descubrir y encubrir... aunque para algunos que ya lo encontramos, solo nos resta disfrutar la manera en que “El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta”